18/6/07

ENTREVISTA A ALEJANDRA BELMARTINO

ENTREVISTA A ALEJANDRA BELMARTINO
AUTORA DEL LIBRO “CORRALITO BANCARIO”POR SANTIAGO ALBIZZATTI DE REVISTA REAL POLITIK



1.- ¿Cómo ha sido su experiencia personal con el Corralito Bancario?
En Diciembre de 2001, hacía tiempo que no tenía fondos personales en los Bancos. Se diría que era previsible se produjera alguna forma de devaluación. Resulta en verdad lamentable, que los funcionarios, cuyos salarios solventamos para que, libres del apremio de ganarse el sustento, puedan destintar el 100 % de su tiempo útil, a promover el bien común para el mayor número de personas (tal el olvidado fin de la Política), hayan obrado con negligencia ante la crisis previsible, y no hayan organizado con suficiente anticipación, una salida escalonada y paulatina de la convertibilidad, que causara menos daño a la población.
Mi experiencia deriva fundamentalmente de haber conocido y compartido los padecimientos de mis clientes. Me han consultado muchas personas mayores, solas, sin hijos, enfermas, desvalidas, desorientadas, algunas de las cuales aún hoy, soportan ante los estrados, declaraciones de incompetencia de los jueces, previas a comenzar a tramitar la nueva acción ordinaria que se obligó a iniciar, en sustitución de los amparos. ¿Qué no se vio? ¿Qué no se padeció? Maltrato, Engaño, los oportunistas de siempre, aprovechándose de la débil situación en la que habían quedado tantos, y beneficiándose con suculentas comisiones, a costa del mayor e innecesario perjuicio ajeno. Inclusive apoyo psicológico telefónico a los empleados bancarios. Y pese a ello, despido de algunos, que ante la desesperación de los clientes, accedieron a que retiraran sumas mínimas para adquirir pan y leche. Enfermos que no pudieron disponer de los ahorros, para alcanzar la muerte con mayor dignidad. En fin. Todo olvidable, impropio de instituciones serias.


2.- ¿Cuáles son las medidas que se deben tomar con mayor urgencia para evitar futuros Corralitos?
Hoy estamos pasando una situación que tiene algunas semejanzas con las que condujeron al Corralito. Me refiero a políticas forzadas continuadas, como el prolongado control de precios, que determina que algunas empresas no hayan podido destinar suficientes recursos a la inversión, y entonces no estén trabajando para adecuar las infraestructuras, a las necesidades crecientes de la población, derivadas del período de relativa bonanza económica.
Por un lado, la inflación que acusa el INDEC, no coincide con la que advertimos a diario, en un sinfín de productos, que están fuera de la canasta familiar. Resulta sospechosa la remoción de quien encabezaba el organismo, etc. Otro tanto ocurre con las Obras Públicas. Sufrimos veda edilicia, porque el crecimiento de la construcción no ha sido acompañado por la previa ampliación del sistema de cloacas, por ejemplo. Ha disminuido la producción de gas, que se importa. Y como contrapartida, hay infinidad de subsidios en infinidad de áreas. Parecería que con tanto control se altera el curso natural de la economía a extremos tales, que luego no se sabe cómo desandar el camino, sin producir daños en determinadas áreas. Así llegan a desatarse periódicamente, en mi opinión, las crisis que son parte lamentable de nuestra historia (Rodrigazo, Corralito). Parecería que los políticos no quieren asumir el costo político de algunas decisiones duras.


3.- En su libro llega a mencionar casos, juzgados y causas. ¿Le ha causado algún tipo de problemas con jueces y abogados?
Creo que para el Juez, el bien supremo es la ley, y en su tránsito reiterado y aburrido por el sendero repetido del proceso y la aparente seguridad que el camino conocido, de obediencia ciega e irrazonable a la misma, le brinda, se ha automatizado, al extremo de no advertir la riqueza del ámbito de libertad lícita que nos exhibe la realidad. Nada impediría que se hiciera un intento serio de conciliar las posiciones de las partes. Y excepcionalmente hay magistrados en cuyos juzgados hay más acuerdos, que sentencias.
En la Justicia solo interesa la Verdad Formal, la Obra de Teatro, actuada en el expediente, producto de la aplicación de las normas procesales. Jamás interesará la Verdad Real Objetiva, aunque esté a la vista. En el caso del árbol, capítulo 21, como la Perito de Agronomía excediendo su función, se expidió sobre lo que no le habían preguntado, pero le pareció muy riesgoso, y peligroso, la inmensa rama seca y desprendida, a 80 metros de altura, que sumada a las condiciones climáticas, pone en peligro a personas y bienes, no se tuvo en cuenta. El Dios de la forma dice que tal valiosa información, no debe considerarse. No importa que alguien se muera, si una tormenta con viento produce la caída. Que muera quien tenga que morir, aunque pudiera haberse evitado, pero que se respete la ley, que manda considerar solamente la porción de realidad que se obtenga de una determinada manera, la referida en las normas procesales; el resto de la verdad, aunque la propia naturaleza de las cosas, o la realidad, nos la hayan puesto delante, aunque nos lastime los ojos, no puede ser tomada en cuenta. ¿Es esto obrar con razonabilidad? Cada cual dará su propia respuesta.
Para la Justicia, tal análisis es correcto, y la sentencia que omite considerar el peligro, justa. Para la suscripta, es un disparate, que por obediencia a la ley, se ignore la porción de verdad objetiva y real, que podría salvar vidas o evitar daños.
Todo lo que describo en el libro, es susceptible de prueba, encontrándose las copias estudio, de los expedientes que acreditan mis dichos (instrumentos públicos), por ahora, en mi poder, además de los originales en cada Juzgado. He dicho y repetido que no tengo ánimo de ofender, ni de dañar. Muy por el contrario, no intento molestar, ni persigo fines de lucro, solo pretendo que quienes detentan el poder, se propongan modificar una realidad disvaliosa, con la que nos hemos acostumbrado a vivir, y recuerden que la misma puede y debe, ser modificada, posibilitando una vida mejor y más justa. Requiere una acción, que excede la de un ser individual. El cambio debe ser encarado por las propias instituciones.
Los Legisladores exaltan manjares como la milanesa a caballo y la parrillada, pero no derogan los Códigos Procesales (inadecuados para los tiempos actuales, que ya no admiten más remiendos), ni dictan normas que los sustituyan por procedimientos más simples, con etapas más breves, convirtiéndolos en prácticos y ejecutivos. Para movilizar las almas anestesiadas, y defender los intereses de los clientes en juicio, solo cuento con la riqueza del lenguaje. Cuando hago uso de tal ultra moderada arma, alguna vez me amenazan con sanciones, porque se supone que debo estar al neutro y técnico lenguaje forense, y no describir la realidad, con objetividad y libertad emocional. En tan rígido sistema, hoy, 2007, ni siquiera hay libertad de expresión. Y por supuesto, aclaro que jamás se me ocurriría emplear términos indecorosos, que tampoco uso en la vida diaria.


4.- Ud critica en repetidas ocasiones a la Administración de Justicia. ¿Cómo cree que se debe actuar para alcanzar su objeto final?
Por un lado, debo decir que no es mi intención criticar a la Administración de Justicia; y en todo caso, cuando la cuestiono, no estoy haciendo otra cosa que cuestionarme a mí misma, cuestionar la imperfección de nuestra humanidad, y la de las personas que transitamos por ella. Pero también creo firmemente que estamos dotados de la aptitud y la capacidad necesarias para mejorarla. Lógicamente será necesario un esfuerzo, no solo institucional, sino también individual de cada uno de los que participamos en la actividad.
Por haber entrado en el Derecho en la adultez y haber tenido una vida rica en experiencias variadas, estoy relativamente libre de la deformación profesional habitual, que suelen producir 30 años de ejercicio, y creo que es justamente este hecho, el que me permite un análisis más objetivo del funcionamiento de la institución.


Además en parte, las causas del problema, son ajenas al Poder Judicial. Hay elementos nocivos que actúan desde el exterior. La falta de independencia de los jueces, las presiones a que la población los somete, la influencia de los medios, que también hacen lo suyo, y todo lo tergiversan y exageran, con el afán de vender. Trabajar sometido a tantas presiones, es insalubre para el juez e insalubre para las Instituciones, que también tienen sus inmensas deficiencias, y valorarlas y mejorarlas, es tarea de todos.


Soluciones: Derogar los Códigos Procesales, y reemplazarlos por menos normas más sencillas, con menor número de etapas y de traslados. La Legislación de la Ciudad de Buenos Aires, más reciente, incorporó mecanismos como la Mediación la Conciliación, etc, pero procesalmente mantiene, para mi gusto, criterios excesivamente formalistas. Dictado de normas más claras y precisas, que no sean producto de los lobbys, que logran introducir excepciones en su favor, desnaturalizando los conceptos generales de las reglas. Brindar una Educación con mayor contenido ético, en la que se haga hincapié en los valores, inclusive los comunitarios e institucionales. Promover también la Educación y Formación necesaria a los excluidos, para que puedan incorporarse al sistema, y encontrar oportunidades dignas de trabajo, dentro de él.

En cuanto al Corralito, los jueces solo pueden resolver los casos sometidos a su conocimiento, debería dictarse una norma por el Congreso, que dispusiera generalizar la solución del Fallo Massa a todos los casos en trámite, especificando cómo juegan las “Trampitas Formales” (ver capítulo adicional de segunda Edición, que enviaré por mail), todo a fin de ahorrar los numerosos recursos públicos y privados que se han dilapidado y se continuarán dilapidando en la Justicia, y a los que se podría dar un destino mejor.

Diría que también hay que modificar la enseñanza del Derecho, para que no deforme mentes profesionales desde la cuna, privándolas de las cuotas de razón, de humanidad, de equilibrio, de verdad y de objetividad, necesarias, para cumplir un fin tan elevado, como es el de dar a cada cual lo suyo y por tal vía, mantener la paz social.


Alejandra Belmartino

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